
El Estado Red: Cómo Fundar un Nuevo País (2022) de Balaji Srinivasan es un manifiesto que argumenta que la tecnología moderna permite la creación de nuevas comunidades soberanas, primordialmente virtuales. Srinivasan expone, capítulo por capítulo, por qué los estados-nación tradicionales están fallando y cómo los "estados red" —comunidades en línea altamente alineadas que se agrupan en entidades políticas del mundo real— podrían surgir como sus sucesores. A continuación, se presenta un resumen y análisis detallado de cada capítulo, destacando los principales argumentos, marcos, propuestas clave y ejemplos, así como la interconexión de estas ideas a lo largo del libro.
Capítulo 1: Inicio Rápido – Definiendo el Estado Red y su Plan Maestro
El Capítulo 1 introduce el concepto del "estado red" y proporciona un plan de alto nivel para crear uno. Srinivasan define un estado red como "una comunidad en línea altamente alineada con capacidad para la acción colectiva que financia colectivamente territorio en todo el mundo y, finalmente, obtiene reconocimiento diplomático de los estados preexistentes." En esencia, a diferencia de un estado tradicional definido por un territorio contiguo, un estado red se define por su gente y su propósito compartido, habilitado por internet. Este capítulo contrasta la estructura de los estados red con los estados-nación heredados: un estado-nación está limitado por la geografía, mientras que un estado red es geográficamente descentralizado; sus miembros están distribuidos globalmente pero conectados a través de internet y una misión unificadora. El autor incluso incluye un panel ilustrativo de "una imagen" de un hipotético estado red de un millón de ciudadanos: aparece como un archipiélago de nodos poblados en todo el mundo, con un recuento continuo de su población total, ingresos y superficie terrestre. Por ejemplo, el libro presenta una maqueta que muestra grupos dispersos en ciudades como Tokio, Mumbai, Nueva York, etc., todos vinculados como una sola comunidad (ver figura), enfatizando que un estado red se basa en la nube y solo más tarde se ancla en el espacio físico. Este ethos de "primero la nube, al final la tierra" (comenzar digitalmente y luego materializarse físicamente) es un principio fundamental.
Propuesta Clave – Siete Pasos para Fundar un Nuevo País: Srinivasan describe un marco paso a paso para construir un estado red, haciendo una analogía con la fundación de una startup. Argumenta que crear una nueva sociedad desde cero es más fácil que reformar estados heredados agobiados por el bagaje histórico. El camino, resumido en siete amplios pasos, es el siguiente:
- Fundar una "sociedad startup" – Comenzar con una comunidad en línea unida por una visión común o Un Mandamiento (un único principio moral, un concepto que se detallará más adelante). Cualquiera puede iniciar una comunidad de este tipo, al igual que cualquiera puede fundar una empresa o una criptomoneda. La legitimidad del fundador se demuestra simplemente por el hecho de que otros eligen unirse y seguir el proyecto.
- Organizarla en una "unión red" – Convertir la comunidad laxa en un grupo capaz de acción colectiva. Esto significa coordinar a los miembros para su beneficio mutuo, de manera muy similar a un sindicato tradicional, pero sin estar atado a un solo empleador o localidad. La unión red le da a la comunidad "músculo organizacional", permitiéndole actuar al unísono (por ejemplo, cabildeando por una causa, agrupando recursos o defendiendo a sus miembros) en lugar de ser solo un grupo de redes sociales. Srinivasan denomina a esta "sindicalización" el paso clave que convierte a una multitud en línea en una entidad política coherente.
- Construir confianza fuera de línea y una cripto-economía en línea – Comenzar a realizar encuentros y reuniones en persona para fortalecer los lazos sociales y la confianza entre los miembros, mientras se crea simultáneamente una economía interna utilizando criptomonedas. En otras palabras, los miembros de la comunidad deberían comenzar a realizar transacciones, compartir fondos o comerciar a través de una moneda o token digital nativo. Este paso establece la interdependencia económica y la camaradería en el mundo real. Por ejemplo, la comunidad podría organizar eventos regulares o espacios de coworking, y usar tokens cripto para votaciones o recompensas. Srinivasan enfatiza el uso de blockchain para asegurar estas interacciones, ya que una blockchain proporciona un libro de contabilidad inmutable para los registros de la comunidad (identidad, transacciones, votos).
- Financiar colectivamente "nodos" físicos – Una vez que la comunidad es cohesiva y ha acumulado algo de capital, comenzar a adquirir espacios físicos para los miembros. Estos nodos podrían ser apartamentos, casas, instalaciones de covivienda o incluso barrios enteros, cualquier lugar donde los miembros puedan vivir juntos o reunirse periódicamente. La idea es materializar la comunidad en el mundo real creando centros donde los ciudadanos digitales puedan congregarse. Srinivasan da ejemplos de financiar colectivamente desde apartamentos individuales hasta pueblos enteros. Con el tiempo, la comunidad poseerá un archipiélago de propiedades distribuidas globalmente, en lugar de un territorio contiguo.
- Conectar digitalmente los nodos distribuidos – Vincular estos enclaves físicos en un todo conectado en red: un "archipiélago red". Los miembros de todas las ubicaciones permanecen en comunicación constante a través de internet, y se utiliza un pasaporte criptográfico o sistema de membresía compartido para otorgar acceso a los sitios físicos. Las herramientas de realidad aumentada o mixta pueden superponer una sensación de unidad, difuminando la línea entre la comunidad en línea y sus hogares en el terreno. En resumen, aunque los miembros puedan estar repartidos en docenas de ciudades, funcionan como una sola población a través de la conectividad digital. (En la figura anterior, esto se visualiza con líneas punteadas que conectan nodos en todo el mundo.)
- Realizar un censo on-chain y mostrar métricas – A medida que la comunidad crece en población y riqueza, realizar un censo auditado criptográficamente para demostrar públicamente su escala. Esto significa usar la blockchain y otros métodos de verificación para publicar datos en tiempo real sobre el número de miembros del estado red, su producción económica y sus propiedades de tierra. Srinivasan sugiere un nivel de transparencia radical aquí: así como una startup muestra el crecimiento de usuarios, un estado red transmitiría continuamente su "patrimonio neto y número de miembros" para ganar credibilidad. Este paso trata de demostrar tracción: si miles de personas ya son voluntariamente parte de la comunidad y poseen colectivamente propiedades e ingresos significativos, se fortalece el argumento de que esta entidad es "real" y debe ser tomada en serio. (Él lo compara explícitamente con cómo Bitcoin pasó de ser desestimado a, con el tiempo, lograr el reconocimiento como moneda de curso legal).
- Obtener reconocimiento diplomático – Finalmente, buscar el reconocimiento de al menos un estado soberano existente para la autonomía de la comunidad. Esto podría comenzar con pequeños pasos, por ejemplo, negociando un estatus como una zona autónoma, un acuerdo de ciudad chárter o simplemente estableciendo relaciones formales con un país como una "nación digital" experimental. El objetivo final es la soberanía incremental, que podría culminar en el reconocimiento por parte de las Naciones Unidas. Srinivasan señala que si una sociedad startup crece hasta tener millones de ciudadanos y una economía multimillonaria, tendrá la influencia para negociar el reconocimiento "al igual que Bitcoin se ha convertido ahora en una moneda nacional de buena fe" (refiriéndose a naciones como El Salvador que adoptaron Bitcoin). El reconocimiento diplomático es la piedra angular que transforma una mera comunidad en un verdadero estado red, otorgándole la capacidad legal para firmar tratados, comerciar internacionalmente y proteger a sus miembros.
Este plan de siete pasos es uno de los marcos principales del libro. Srinivasan lo presenta como el "séptimo método" para fundar un país, contrastándolo con seis métodos tradicionales (y en su mayoría infructuosos o indeseables): elección, revolución, guerra, micronaciones, seasteading y colonización espacial. Todos ellos dependen de la violencia o enfrentan probabilidades poco prácticas, mientras que un estado red puede construirse pacífica e incrementalmente como una startup. Un ejemplo recurrente que da es la analogía con la diáspora judía y el sionismo: un estado red es como una "diáspora invertida": en lugar de un grupo étnico o religioso dispersado por la historia, es un grupo de personas auto-seleccionadas que se unen por elección en torno a un principio y luego se dispersan estratégicamente para adquirir tierras. Eventualmente, al igual que las diásporas históricas que fundaron nuevas naciones (por ejemplo, Israel para el pueblo judío), un estado red aspira a cohesionarse en una entidad soberana.
¿Por qué buscar un estado red? El argumento de Srinivasan es tanto normativo como práctico. Él cree que los estados-nación actuales están atrapados en su pasado: sus leyes e instituciones no pueden adaptarse fácilmente a la era digital que cambia rápidamente porque están limitadas por fronteras históricas, constituciones heredadas e intereses arraigados. Por el contrario, un estado recién creado puede comenzar con una pizarra en blanco moral, legal y tecnológicamente. "Crear > reformar", escribe de manera contundente. A lo largo de este capítulo, enfatiza que la tecnología (plataformas de internet, criptomonedas, herramientas de coordinación remota) ha reducido las barreras para iniciar nuevas comunidades a gran escala, de la misma manera que redujo las barreras para que los emprendedores inicien nuevas empresas. Cualquiera con una computadora puede "fundar un país" en la nube ahora, una afirmación provocadora pero central del libro.
Como ejemplo de credibilidad a través del crecimiento, Srinivasan invoca la trayectoria de Bitcoin: al principio fue ridiculizado e ignorado, pero a medida que ganó usuarios y valor, obligó a los gobiernos a reconocerlo. De manera similar, una "sociedad startup" que crece a millones de miembros y una riqueza significativa puede forzar el reconocimiento. También señala las iniciativas de e-residency y "ciudadanía en la nube" de Estonia como presagios de una nacionalidad digital parcial, y cita experimentos como el seasteading (comunidades flotantes) y las ciudades chárter como esfuerzos paralelos para escapar de las restricciones de la geografía política actual. Estos ejemplos ilustran que la demanda de nuevos modelos de gobernanza es real, y los estados red son su solución propuesta. Al final del Capítulo 1, el lector tiene una visión clara de que un estado red comienza como una red social y termina como un nuevo país, y el resto del libro elaborará por qué esto es necesario y cómo se cruza con la historia y la geopolítica.
Capítulo 2: La Historia como Trayectoria – Los Orígenes Morales y Tecnológicos de las Nuevas Sociedades
El Capítulo 2 adopta una perspectiva histórica y filosófica. Srinivasan argumenta que para construir un nuevo estado, primero se debe entender cómo la historia hizo que los estados actuales sean lo que son, e identificar los fracasos morales de los regímenes actuales que una nueva comunidad podría abordar. En otras palabras, una sociedad startup necesita una justificación moral para su existencia, una razón por la que puede afirmar ser "mejor" que el statu quo. Este capítulo proporciona un conjunto de herramientas conceptuales: examina cómo se registra (y distorsiona) la historia, cómo interactúan el poder y la verdad, y cómo cambian los paradigmas sociales con el tiempo. Culmina en la idea de que los nuevos estados deben fundarse en una única y clara innovación moral, denominada "Un Mandamiento", que sirva como su estrella polar.
El papel de la historia y el propósito moral: Srinivasan comienza señalando que "un país startup comienza con un problema moral", a diferencia de una empresa startup que comienza con una innovación tecnológica. Dado que un nuevo país pide a la gente que se una a un nuevo contrato social, debe reclamar una superioridad moral o resolver un "déficit moral" en la sociedad existente. El trabajo del fundador es doble: (1) explicar qué fallo o problema moral en el mundo de hoy solucionará la nueva comunidad, y (2) proporcionar ejemplos históricos o precedentes donde este problema estuvo ausente o se resolvió, para demostrar que una sociedad mejor es posible. Esto prepara el escenario para el concepto de Un Mandamiento: un principio rector que el nuevo estado defenderá en contraste con los estados heredados. Srinivasan enfatiza la historia porque, como él enumera, la historia sustenta la legitimidad: la gente usa argumentos históricos para ganar debates, justificar leyes (cada regulación tiene una historia detrás) y derivar la moralidad (las principales religiones están arraigadas en narrativas históricas). Crucialmente, "la historia la escriben los vencedores", lo que significa que nuestra comprensión del pasado es a menudo un producto del poder, no de la verdad. Esto lo lleva a enfatizar que se necesita una lectura fresca de la historia (o incluso una re-grabación de la historia usando nuevas herramientas) para trazar una nueva trayectoria.
Microhistoria vs. Macrohistoria: Para ilustrar cómo podríamos obtener una imagen más clara de la verdad, Srinivasan distingue la microhistoria (experimentos históricos a pequeña escala y reproducibles) de la macrohistoria (la gran trayectoria única de los eventos mundiales). Compara la microhistoria con algo como "la historia de una partida de ajedrez", algo que se puede repetir y analizar estadísticamente, mientras que la macrohistoria es como el flujo caótico de todos los asuntos humanos que no podemos volver a ejecutar como un experimento. El punto más importante es que cuantos más datos y más granular sea nuestra comprensión (cuanto más convirtamos los macro-problemas en micro-análisis), mejor podremos aprender y predecir. La historia, como se cuenta habitualmente, es demasiado general y a menudo errónea o sesgada. "Si las noticias son falsas, imagina la historia", bromea más adelante en el capítulo, lo que significa que si los medios de hoy pueden distorsionar la realidad, entonces seguramente nuestros libros de historia (escritos bajo varios regímenes) podrían estar llenos de distorsiones también.
Srinivasan ve los libros de contabilidad de blockchain y los registros digitales como un avance para registrar microhistorias veraces. "Aquí es donde Bitcoin se vuelve interesante. Es la forma más precisa de registro porque (casi) no se puede falsificar." Una blockchain pública, que registra transacciones o eventos de manera transparente y a prueba de manipulaciones, podría servir como una historia inmutable para una comunidad, en contraposición a los archivos tradicionales que las autoridades pueden alterar o censurar. Él imagina a futuros historiadores revisando registros on-chain para entender lo que realmente sucedió, en lugar de depender únicamente de documentos aprobados por el estado. Este es un tema recurrente: verdad tecnológica vs. poder político. En los sistemas actuales, "el poder político triunfa sobre la verdad (tecnológica)": los gobiernos y los medios pueden manipular o suprimir hechos. Por ejemplo, Srinivasan señala cómo los funcionarios a menudo usan narrativas de atrocidades para justificar guerras o represiones (citando cómo tanto la Unión Soviética como los EE. UU. han seleccionado selectivamente errores históricos para reclamar autoridad moral). Para contrarrestar esto, aboga por una "historia criptográfica de abajo hacia arriba", un libro de contabilidad de eventos que sea distribuido y verificable, más allá del control de cualquier vencedor.
Él examina una gama de modelos históricos para extraer ideas de muchas lentes. Estos incluyen: el determinismo tecnológico (la tecnología impulsa la historia hacia adelante), el modelo de hélice (la historia es cíclica y lineal: "las mismas cosas suceden una y otra vez pero con mejor tecnología"), el modelo de Ozymandias (las civilizaciones pueden colapsar por completo), el modelo del "Gran Fundador" o árbol tecnológico (grandes individuos hacen la historia, pero solo dentro de los límites de la tecnología existente en ese momento), e incluso heurísticas opuestas como los modelos de "choque de trenes" vs. "laberinto de ideas" (o la ignorancia de la historia nos condena a repetirla, o el conocimiento excesivo de la historia puede sofocar la innovación porque la gente piensa "eso ya falló antes" cuando las condiciones han cambiado). Los detalles de cada modelo son menos importantes que la conclusión que extrae: tanto las narrativas políticas como las realidades tecnológicas dan forma a la historia. Afirma que "los incentivos políticos favorecen la propagación de narrativas útiles, mientras que los incentivos tecnológicos favorecen las verdades que funcionan". Un nuevo estado exitoso debe armonizar esto: abrazar la "verdad tecnológica" racional y basada en datos sin descuidar el poder de la narrativa y la identidad (el lado "nación" del estado-nación). Este equilibrio entre el nacionalismo (cohesión social en torno a una historia) y el racionalismo (verdades duras y ciencia) se presenta como esencial.
Dios, Estado, Red – Los Leviatanes en Evolución: Uno de los marcos más llamativos del capítulo es la idea de que la autoridad suprema de la sociedad, el Leviatán (un término de Hobbes), ha cambiado de forma con el tiempo: de Dios al Estado y, ahora, a la Red. Srinivasan esboza esta progresión:
- Dios como Leviatán (la era de la religión): Durante siglos, la creencia religiosa fue la máxima autoridad que mantenía el orden: la gente se comportaba debido a la supervisión divina y el miedo al infierno. La comunidad de los fieles (el "Pueblo de Dios") era primordial. Cita el "Dios ha muerto" de Nietzsche para marcar cómo esto disminuyó en el siglo XIX a medida que las élites perdieron el miedo al castigo divino.
- El Estado como Leviatán (la era del nacionalismo): Con la secularización, el estado-nación tomó el lugar de Dios en los siglos XIX y XX. Ahora "si cometías un crimen, Dios no te castigaría, pero el Estado ciertamente lo haría." El "Pueblo del Estado" (ciudadanos unidos por el patriotismo y la ley) se convirtió en la identidad definitoria. Esta era vio el surgimiento de la guerra industrial y las guerras mundiales, la apoteosis violenta del poder estatal.
- La Red como Leviatán (la era digital): Hoy, argumenta Srinivasan, tanto el antiguo orden religioso como el orden del estado-nación posterior a la Segunda Guerra Mundial se están erosionando. "El próximo Leviatán es la Red: Internet y la red cripto." En un mundo de conectividad ubicua, quien controla la red (o el algoritmo) ejerce el poder. "Si cometes un crimen, la red te castigará", sugiere, lo que significa que la des-plataformización, la vigilancia digital o el código de los contratos inteligentes podrían hacer cumplir las reglas donde antes lo hacía la policía. Incluso afirma, provocadoramente, "Hoy, la fuerza más poderosa no es Dios ni el Ejército de los EE. UU. Es la blockchain." Esto se debe a que el cifrado fuerte y los libros de contabilidad descentralizados limitan lo que los estados pueden hacer: "Cifrado > violencia estatal", ya que un gobierno no puede romper por fuerza bruta la criptografía moderna y, por lo tanto, no puede confiscar activos cifrados ni espiar comunicaciones cifradas. Del mismo modo, "cripto-economía > economía fiduciaria" (los estados no pueden censurar o inflar fácilmente las criptomonedas) y "peer-to-peer > medios estatales" (internet sortea a los guardianes de la información). Srinivasan ofrece una ráfaga de comparaciones "X > Y": por ejemplo, social > nacional (las redes sociales en línea socavan la unidad cívica ligada a la geografía), móvil > sésil (la gente puede moverse más libremente con teléfonos inteligentes/trabajo remoto, por lo que las fronteras son menos vinculantes), realidad virtual > proximidad física (la RV puede crear nuevos mundos con sus propias reglas, ofreciendo un escape de las leyes locales), contratos inteligentes > contratos legales (el código se ejecuta más rápido y de manera más predecible que la ley tradicional), verificación criptográfica > confirmación oficial (verdad de la blockchain vs. afirmaciones del gobierno). Todo esto ilustra cómo la tecnología puede empoderar a individuos y nuevos grupos a expensas de la autoridad estatal tradicional.
Es importante destacar que Srinivasan no afirma que el estado ya sea obsoleto; más bien, estamos en un choque transicional entre el poder de la red y el poder del estado. Señala que los estados todavía tienen "dientes", como lo demuestra el alcance del Partido Comunista Chino o incluso la capacidad de los gobiernos occidentales para imponer confinamientos y censurar información a través de colaboraciones con las grandes tecnológicas (Big Tech). Traza un paralelo en que EE. UU. y China están fusionando el poder estatal y de la red de diferentes maneras: el establishment estadounidense se coordina informalmente con las redes sociales y los medios (creando una teocracia "woke" de facto de censores y verificadores de hechos), mientras que el régimen de China controla explícitamente la tecnología y la utiliza para la vigilancia. En ambos casos, las líneas entre el gobierno y la red se están difuminando. Él denomina a una alianza de un estado existente con el poder de la red un "red/estado" (con una barra diagonal) y distingue las fusiones "red/estado positivas" —por ejemplo, "El Salvador adoptando Bitcoin" o la gobernanza electrónica de Estonia (un gobierno que adopta principios de red para empoderar a los ciudadanos)— de las fusiones "red/estado negativas" como "China usando la tecnología para espiar y controlar" o el gobierno de EE. UU. usando a las Big Tech para sofocar la disidencia. Estos ejemplos sirven como advertencias de que si no creamos nuevos estados red, los estados existentes podrían cooptar las redes con fines autoritarios.
En última instancia, el Capítulo 2 argumenta que para que un estado red tenga éxito, debe ofrecer lo que ni Dios ni el Estado ofrecen ahora por completo: significado. Srinivasan escribe: "El estado red ofrece mayor eficiencia y consentimiento. Pero aún no ofrece significado. Por eso necesitas un Un Mandamiento." En otras palabras, mientras que la tecnología puede proporcionar las herramientas (eficiencia, seguridad criptográfica, consenso descentralizado), la gente todavía anhela un propósito compartido o una visión moral (del tipo que proporcionaban las religiones o las grandes ideologías políticas). Un Mandamiento es su término para la regla o principio moral innovador que cada nueva sociedad startup debería adoptar para unir a sus miembros. Así como las principales religiones tenían Diez Mandamientos, él dice con picardía que una sociedad startup solo necesita uno: una única idea clave que "otros países han pasado por alto" y que es histórica y científicamente verdadera.
Ejemplos ilustrativos de comunidades de Un Mandamiento: Srinivasan da ejemplos concretos de posibles sociedades startup, cada una definida por su "un mandamiento":
- La Sociedad a Prueba de Cancelación: Una unión red puramente digital dedicada al principio de que la cultura de la cancelación está mal. Su Un Mandamiento podría ser "No cancelarás a otros por su discurso". En la práctica, esta comunidad podría formar una red de solidaridad que salga en defensa de cualquier miembro que sea acosado o des-plataformizado en línea. El autor señala que esto podría comenzar como un simple grupo de Discord que moviliza apoyo cada vez que alguien es cancelado injustamente: una comunidad moral a pequeña escala que hace cumplir las normas de libertad de expresión.
- Keto Kosher (Sociedad Anti-Azúcar): Un archipiélago red (digital + físico) construido en torno a la idea de que el azúcar es un veneno para la salud moderna. Su postura moral: "El azúcar es malo" (muy parecido a cómo algunas religiones prohíben ciertos alimentos). Los miembros se comprometen a un estilo de vida cetogénico/bajo en carbohidratos, y la comunidad financiaría colectivamente apartamentos o incluso pueblos donde el azúcar y los alimentos procesados están prohibidos en la "frontera". Este ejemplo irónico muestra un Un Mandamiento basado en la salud, una reacción a la epidemia de obesidad y una crítica a los fracasos de salud pública de las naciones. El nombre "Keto Kosher" implica un enfoque cuasi-religioso de la dieta (leyes kosher para el azúcar).
- La Sociedad del Sabbat Digital: Una comunidad que afirma que la conectividad constante es perjudicial. Un Mandamiento: "Desconéctate regularmente de internet". Podría operar retiros o áreas residenciales donde el acceso a internet se corta a ciertas horas, imponiendo un ayuno digital periódico. Esto aborda el ritmo adicto al trabajo y a las pantallas de la vida moderna, una postura moral sobre el uso de la tecnología en sí.
- "Tu Cuerpo, Tu Decisión" – La Sociedad Post-FDA: Un ejemplo más radical dirigido a la libertad personal en la atención médica. Su principio fundamental: los individuos deberían tener el derecho absoluto de comprar o vender cualquier producto médico (libertarismo médico completo). Para practicar esto realmente, una comunidad así necesitaría reconocimiento diplomático y una jurisdicción legal (una ciudad o enclave "santuario") porque desafía las leyes existentes sobre medicamentos y seguridad. Srinivasan sugiere esto como un ejemplo de un estado red que sí adquiere reconocimiento para permitir una libertad controvertida, creando efectivamente un régimen regulatorio de adhesión voluntaria para sus ciudadanos.
Estos ejemplos subrayan cómo la legitimidad de un estado red proviene de satisfacer un nicho moral o de políticas que los estados existentes ignoran o manejan mal. También muestran cómo los Capítulos 1 y 2 se interconectan: el Capítulo 1 dio la mecánica para formar un estado red, y el Capítulo 2 proporciona el espíritu animador (la misión o causa). La visión de Srinivasan es que un nuevo país exitoso nacerá no solo de la pericia tecnológica, sino del "emprendimiento moral": identificar un problema social (salud, discurso, gobernanza, etc.) y reunir a personas que desean apasionadamente una solución.
En resumen, el Capítulo 2 sienta las bases filosóficas: critica cómo las naciones derivan su autoridad moral de una historia curada y muestra que en la era de internet esas narrativas se están desmoronando ("si las noticias son falsas... ¿la historia?"). Luego postula que las nuevas comunidades nativas de internet pueden usar la tecnología (blockchains, cifrado) para establecer la verdad y la confianza, pero también deben proporcionar significado a través de una proposición moral clara. Esto prepara el escenario para los análisis más contemporáneos de los siguientes capítulos, que explican el "momento" geopolítico actual y los escenarios futuros que dejan espacio para los estados red.
Capítulo 3: El Momento Tripolar – EE. UU., China y Bitcoin como Poderes Competidores
Mientras que el Capítulo 2 miraba al pasado para justificar nuevos estados, el Capítulo 3 analiza el orden mundial actual, sosteniendo que estamos en un momento "tripolar" en el que tres facciones principales compiten por la influencia global. Srinivasan identifica estos polos como: (1) el establishment estadounidense (y su ideología mediática/cultural asociada), (2) el Partido Comunista Chino (capitalismo de estado autoritario), y (3) la red cripto descentralizada (personificada por Bitcoin y las comunidades web3). Cada uno representa un principio organizador diferente: respectivamente, el "Capitalismo Woke" o democracia liberal (aunque Srinivasan es crítico con su trayectoria actual), el Capitalismo Comunista/de Estado, y el Capitalismo Tecnológico Descentralizado. El argumento clave de este capítulo es que prácticamente todos tendrán que navegar entre estos tres centros de poder, y que ninguno de ellos por sí solo ofrece un futuro universalmente atractivo. Este contexto es crucial porque ilustra el vacío que los estados red podrían llenar (una cuarta alternativa o un terreno neutral). También introduce marcos conceptuales como el "poder moral vs. marcial vs. monetario" y cómo se gana la legitimidad en cada dominio.
Tres polos – NYT, PCCh, BTC: Srinivasan a menudo etiqueta los polos con símbolos abreviados. En una tabla memorable, compara:
- La facción "NYT" (New York Times) – el establishment estadounidense. Aquí "NYT" representa a la élite mediática e institucional occidental que da forma a la narrativa y la política en los EE. UU. y países aliados. Él llama a esto la ideología del "capital woke": una mezcla de economía capitalista con valores sociales progresistas (a veces censorios), junto con el poder militar de EE. UU. ("democracia de ataques con drones", como lo llama sardónicamente). La fuente de la verdad para este polo es "The New York Times", es decir, los medios de comunicación dominantes y la academia definen lo que es verdadero y aceptable. Su economía se basa en el dólar estadounidense (USD) y su legitimidad en las afirmaciones democráticas liberales (aunque Srinivasan argumenta que se ha convertido en una burocracia en gran medida irresponsable).
- La facción "PCCh" – el estado de partido único de China. Su fuente de la verdad es "El Partido" (dictados de arriba hacia abajo e información censurada). Su economía es el sistema controlado del Yuan/RMB. Su ideología es el capitalismo centralizado o nacionalista (nominalmente comunista, pero en la práctica nacionalismo chino Han más economía de mercado dirigida por el estado). Este polo enfatiza el poder marcial (poder duro, vigilancia, control territorial) y la unidad nacionalista. Srinivasan lo describe también como una red: el Partido tiene ~95 millones de miembros, una "red" que impregna la sociedad china e incluso requiere una solicitud rigurosa (ensayos sobre marxismo, avales de patrocinadores, período de prueba) para unirse. En efecto, el PCCh es como un sindicato ideológico masivo que es distinto del estado chino que controla; por eso lo llama una "red marcial" en lugar de solo un aparato estatal.
- La facción "BTC" – el ecosistema de criptomonedas y web3. Su fuente de la verdad es "el protocolo": el consenso de la blockchain de código abierto (lo que dice el libro de contabilidad es verdad). Su economía son las criptomonedas (Bitcoin principalmente, pero también otras). Su ideología es el libertarismo digital descentralizado, que Srinivasan enmarca como neutral o "libertarismo aracial" (ya que cualquiera puede unirse, y el sistema no ve raza ni nacionalidad). Este polo tiene el poder monetario en su núcleo: está desafiando el monopolio de la creación de dinero y las transacciones en manos de los estados. También está construyendo un nuevo ecosistema de medios: señala que las comunidades de Bitcoin y cripto están comenzando a crear sus propios canales de noticias, redes sociales e influencers, lo que significa que con el tiempo podrían rivalizar con instituciones como el NYT en la formación de la opinión pública.
El modelo tripolar de Srinivasan es un marco conceptual que destaca un cambio de un mundo unipolar o bipolar de la Guerra Fría a un nuevo triángulo de poder. En 1990, después de la caída de la URSS, el mundo era unipolar bajo el dominio de EE. UU. Ahora (década de 2020), dice que incluso EE. UU. internamente es "bipolar" (dividido entre dos facciones domésticas), y el mundo es tripolar. La división interna de EE. UU. es importante: se podría decir que el propio establishment estadounidense tiene dos alas: una más alineada con la visión del mundo "NYT/woke" y otra simpatizante del ethos cripto y descentralizado (pensemos en los libertarios tecnológicos, entusiastas de Bitcoin, etc.). Esto prefigura su punto posterior de que podría surgir un conflicto interno en EE. UU. entre esas dos visiones.
Poder Moral, Marcial y Monetario: En una analogía histórica, Srinivasan compara el trío actual con los roles desempeñados en el siglo XX. Afirma que en el siglo XX: "el poder moral era la URSS, el poder monetario era EE. UU. y el poder marcial eran los nazis". Es decir, el comunismo ejercía un atractivo ideológico/moral (al menos para algunos, como una idea de justicia), EE. UU. ejercía poderío financiero y la Alemania nazi trágicamente ejercía fuerza militar bruta. Los tres eran estados. Hoy, dice, "estos poderes son redes":
- La red liderada por el NYT como Poder Moral: No es un estado, sino un conglomerado de medios, universidades, ONG, una red que reclama autoridad moral (por ejemplo, retórica de derechos humanos, democracia) y puede presionar a los gobiernos moldeando la opinión pública. Srinivasan describe al New York Times (símbolo de los medios dominantes) como "la red moral" en el sentido de que se posiciona como el árbitro de la verdad y la virtud, "haciendo que los gobiernos rindan cuentas". Sin embargo, critica que "sus artículos no son fácticos, sino morales", lo que implica un sesgo activista, y compara las campañas de cancelación impulsadas por el NYT con las purgas ideológicas de la URSS ("cancela 'por la democracia' de la misma manera que los soviéticos destruyeron vidas 'por el bien común'").
- El PCCh como Red Marcial: Aunque el PCCh obviamente controla un estado (China), Srinivasan enfatiza que opera como una organización en red que trasciende una burocracia gubernamental normal. Con casi 100 millones de miembros comprometidos con una ideología, es una red-Partido que tiene células en cada empresa, región e incluso en el extranjero. El PCCh exige una lealtad intensa y está estructurado más como un sindicato o fraternidad masiva que como un partido político típico (lo ilustra con el detallado proceso de solicitud). Lo etiqueta como el "poder marcial" de hoy porque bajo Xi Jinping se ha vuelto muy centrado en lo militar y el control, construyendo poder duro y un estado de vigilancia.
- Bitcoin/Cripto como Red Monetaria: Bitcoin comenzó como solo código, pero generó una comunidad global sin líder, sin fronteras, pero alineada por un protocolo: una verdadera red. Su poder comenzó en el dinero (finanzas) pero se está expandiendo a los medios y la tecnología. Srinivasan señala que Bitcoin también se está "convirtiendo en una red de medios", ya que muchas empresas y creadores en el espacio cripto crean contenido, propagan memes (como las narrativas de la comunidad de Bitcoin sobre la libertad) y desafían las versiones de los medios dominantes. A largo plazo, esta red podría incluso "superar al NYT" en influencia, sugiere, porque une el incentivo financiero con la distribución de información.
Habiendo presentado el trío, Srinivasan explora cómo cada uno se legitima y cómo entran en conflicto. En la Sección 3.5 "Sumisión, Simpatía, Soberanía", resume el modo de persuasión o ideología de poder de cada facción:
- El mensaje del PCCh a la gente (especialmente a nivel nacional) es esencialmente "Sométete a mí, soy más poderoso". Es poder y autoridad en bruto: legitimidad a través de la fuerza y la entrega de estabilidad/prosperidad (a costa de la libertad). Este es un pacto autoritario directo.
- El mensaje del NYT/Woke es "Eres culpable (un opresor), así que debes simpatizar con las víctimas y ceder ante ellas". Esto encapsula la justificación de la justicia social o "woke" que exige sumisión moral: a la gente en Occidente se le dice que expíe diversas injusticias históricas o basadas en la identidad empoderando a ciertos grupos y silenciando a otros. Srinivasan ve esto como una forma de control a través de la moralización y la vergüenza, bastante opuesta al enfoque del PCCh, pero que exige igualmente obediencia (a la narrativa moral en constante cambio).
- El ethos de BTC/Cripto dice "Empodérate y escapa del control: reclama la soberanía como individuo". Es prácticamente lo opuesto a los otros dos: donde el PCCh quiere obediencia y la facción del NYT quiere contrición, el mundo cripto le dice a la gente que asuma la responsabilidad de su propio destino (guarda tus propias claves, sé tu propio banco, habla libremente en plataformas incensurables). Es un ideal de soberanía muy libertario, del tipo "no me pises", que atrae especialmente a aquellos que se sienten sofocados por los otros dos polos.
Dados valores tan divergentes, el conflicto es inevitable. En la Sección 3.6 "Conflictos y Alianzas", Srinivasan describe cómo los polos podrían chocar o alinearse. Reconoce que cada bloque también tiene disidentes internos: por ejemplo, dentro del campo del NYT, no todos los occidentales son "woke"; hay liberales moderados o libertarios en América a quienes no les gusta la cultura de la cancelación (los llama "votantes demócratas no woke"). Dentro de China, hay capitalistas o liberales que preferían la China más abierta de décadas pasadas (antes del giro autoritario de Xi). Dentro de las cripto, hay personas que no son maximalistas (pueden tener Bitcoin pero también confían en algunas instituciones). Así que estas sub-facciones podrían crear alianzas cambiantes.
Él postula que muchos países o grupos fuera del duopolio EE. UU.-China serán presionados para elegir un bando, y si rechazan ambos, "se unirán naturalmente a BTC" por defecto. Esto prefigura la idea del Capítulo 4 de una alianza "Intermedia Internacional". Ya vemos destellos: por ejemplo, algunos países más pequeños (como El Salvador o ciertas naciones de Europa del Este y África) están explorando Bitcoin o la tecnología descentralizada para reducir la dependencia de los sistemas de cualquiera de las superpotencias. Srinivasan está esencialmente prediciendo un realineamiento donde el tercer polo (la red descentralizada) se convierte en un refugio o punto de encuentro para aquellos que no quieren ni un orden liderado por Estados Unidos ni uno liderado por China.
En resumen, el Capítulo 3 utiliza el análisis geopolítico para preparar el escenario de por qué los estados red podrían ganar adeptos. El mundo ya no está unido bajo un único modelo de democracia liberal; se está fracturando en (al menos) tres visiones, y este caos crea una oportunidad para las sociedades startup. Notablemente, el encuadre de Srinivasan presenta al establishment estadounidense bajo una luz crítica similar a cómo uno podría criticar al régimen chino: ve a ambos como fuerzas hegemónicas (una usando poder blando y moralismo, la otra usando vigilancia y nacionalismo) que en última instancia exigen conformidad. Esto subraya un tema recurrente: salida versus voz. En lugar de tomar partido en las batallas EE. UU.-vs-China (o izquierda-vs-derecha), Srinivasan aboga por salir a un nuevo sistema: construir sociedades de adhesión voluntaria habilitadas por la tecnología cripto. La descripción del mundo tripolar del Capítulo 3 es el telón de fondo estratégico para eso: aquellos insatisfechos tanto con Oriente como con Occidente buscarán una opción de "salida", que los estados red pretenden proporcionar.
Capítulo 4: Descentralización, Recentralización – Escenarios Futuros y el Argumento a Favor de un Nuevo Centro
En el Capítulo 4, Srinivasan se orienta hacia el futuro, explorando posibles escenarios sobre cómo podrían desarrollarse las tensiones descritas en el Capítulo 3. El título "Descentralización, Recentralización" refleja una idea central: la historia puede estar entrando en una fase de fragmentación (descentralización del poder lejos del statu quo del estado-nación), pero esto podría ser seguido por una "recentralización" en torno a nuevas estructuras, potencialmente los estados red. Describe varios futuros (anarquía estadounidense, control chino, etc.) e introduce el concepto de un "Intermedio Internacional", una nueva alineación centrista de aquellos que rechazan tanto el wokeismo estadounidense como el autoritarismo chino. Este "Intermedio" esencialmente prefigura una coalición de estados red o entidades políticas aliadas que forman un nuevo orden mundial. El capítulo es rico en experimentos mentales especulativos, pero todos sirven para reforzar por qué construir nuevos estados descentralizados es tanto necesario como plausible en medio de la agitación global.
Múltiples Futuros, No Uno: Srinivasan comienza diciendo que, a diferencia de los futuristas deterministas, él ve muchos "futuros posibles" porque los resultados dependen de la acción humana: "tenemos el poder de construirlo". Advierte contra las predicciones lineales, citando cuatro factores que aumentan la incertidumbre:
- Volatilidad: Internet y las redes sociales han introducido una alta volatilidad social (tendencias, pánicos y movimientos pueden dispararse repentinamente), y las criptomonedas introducen una alta volatilidad económica. Por lo tanto, son más probables los cambios rápidos o eventos imprevistos (por ejemplo, movilizaciones virales, caídas del mercado). Ejemplo: un hashtag podría encender protestas a nivel nacional de la noche a la mañana, o un colapso cripto podría desestabilizar economías, comodines que hacen el futuro menos predecible.
- Reflexividad: Las creencias de las personas sobre el sistema retroalimentan el sistema. Si todos esperan el caos, podrían actuar de maneras que causen el caos (profecía autocumplida). Si la gente anticipa una represión gubernamental, podría salir preventivamente, causando la misma inestabilidad que provoca la represión. Este bucle dificulta la predicción directa: cualquier pronóstico puede cambiar el comportamiento de quienes lo escuchan.
- Curvas Competidoras: Hay múltiples tecnologías y movimientos sociales desarrollándose simultáneamente; el estado red puede no ser la única solución. Quizás la IA, o un estado gobernado por una IA fuerte, o alguna otra innovación imprevista podría dominar en su lugar. Srinivasan reconoce que el estado red es un contendiente entre muchos, no una inevitabilidad.
- Límites de la predecibilidad: Aparte de la física o los sistemas cerrados, la predicción social es problemática. Él se hace eco de la máxima "todos los modelos están equivocados, pero algunos son útiles", lo que implica que debemos tratar sus escenarios como bocetos, no como certezas.
A pesar de estas advertencias, identifica una tendencia: la colisión de los tres polos (EE. UU., China, Cripto) y el surgimiento de estados red a partir de la agitación. En otras palabras, la volatilidad global puede sacudir el viejo orden, y algo como los estados red podría recentralizar la estabilidad en una nueva forma. Él llama a este polo emergente el "Centro Recentralizado" o "Intermedio Internacional". Esto es básicamente todos los que quieren evitar ambos extremos de las superpotencias existentes. Incluye países, organizaciones e individuos que podrían unirse en torno a un nuevo modelo de gobernanza que valora la libertad, el progreso tecnológico y la asociación voluntaria (frente a la coerción o la conformidad ideológica exigida por los otros polos). La forma de unir a estos actores dispares, dice, es innovar algo mejor, efectivamente ofreciendo una visión positiva que supere a los modelos de EE. UU./China. Esta visión positiva es precisamente lo que encarna el estado red en la opinión de Srinivasan: una sociedad con mayor democracia (o entrada/salida voluntaria) que China y mayor cohesión cultural y competencia tecnológica que un Estados Unidos polarizado.
Para comprender mejor los impulsores del cambio, Srinivasan introduce dos conjuntos de "ejes": ejes sociopolíticos y ejes tecnoeconómicos. Estas son lentes para examinar las divisiones emergentes que no se corresponden claramente con la vieja política de izquierda-derecha o la geografía Este-Oeste:
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Ejes Sociopolíticos: Un ejemplo que da son los "Indios Internacionales", destacando el ascenso de la India. India se está modernizando rápidamente, produciendo muchos emprendedores tecnológicos, y tiene una diáspora de 5 millones de personas en Occidente que a menudo es bastante influyente. Sugiere que India (y su red global de expatriados) será un actor clave en la nueva alineación. Esto insinúa que India podría no alinearse completamente ni con EE. UU. ni con China, potencialmente gravitando hacia un tercer camino o siendo fundamental en la coalición Intermedia. Otro eje sociopolítico es Transhumanistas vs. Anarco-Primitivistas: esencialmente, aquellos que abrazan con entusiasmo la modificación de la humanidad por la tecnología (pensemos en biohackers, entusiastas de la IA, tipos del Foro Económico Mundial) versus aquellos que rechazan la tecnología moderna para volver a una vida más simple (pensemos en eco-radicales, movimientos tipo Amish). Notablemente, ambos campos vienen en variantes de izquierda y derecha, lo que significa que el espectro tradicional izquierda-derecha se desordena en este tema. Por ejemplo, un transhumanista de izquierda podría impulsar el control tecnocrático (como en algunas ideas del FEM), mientras que un transhumanista de derecha podría ser un biohacker libertario; a la inversa, un anarco-primitivista de derecha podría ser un supervivencialista, mientras que uno de izquierda podría ser un activista verde anti-tecnología. Al mencionar esto, Srinivasan muestra que se están formando nuevas divisiones ideológicas que trascienden la nacionalidad: personas de todo el mundo se alinean a favor o en contra de la trayectoria de la tecnología. Un estado red podría atender explícitamente a una de estas filosofías (imagina un estado red transhumanista experimentando con libertades de edición genética, o un estado red neo-ludita que prohíbe cierta tecnología). Finalmente, introduce el concepto de la Pila de Identidad: cada persona tiene múltiples capas de identidad (nacionalidad, religión, ciudad, profesión, pasatiempos, comunidades en línea, etc.), pero una tiende a dominar como su lealtad principal. En una era de vidas móviles y en red, esa identidad principal podría ya no ser su país, podría ser una comunidad en línea, una ideología o algo más. "Todo el mundo es patriota de al menos una cosa", escribe, ya sea su nación, o Bitcoin, o una subcultura. Para que una sociedad startup tenga éxito, necesita ocupar un lugar alto en la pila de identidad de alguien, idealmente convertirse en su identidad principal ("Soy, ante todo, un ciudadano del Estado Red X"). Esto se relaciona con la idea del Un Mandamiento: una causa moral fuerte puede elevar un estado red a una importancia primordial en los corazones de los miembros, más allá de su antigua nacionalidad.
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Ejes Tecnoeconómicos: Aquí, Srinivasan discute cómo la tecnología (especialmente internet) está amplificando la variabilidad en los resultados: obtenemos auges y caídas más grandes social y financieramente. "Internet aumenta la varianza" en todo. Compara el efecto de las redes sociales con la política soviética de glasnost (libertad de expresión repentina) y el efecto de las cripto con la perestroika (liberalización del mercado), reformas que introdujeron inestabilidad en la URSS, contribuyendo finalmente a su colapso. Por analogía, la apertura y libertad de internet podrían estar desestabilizando las instituciones osificadas de hoy (que no fueron construidas para manejar tanto flujo libre de información y capital). De hecho, "Pocas instituciones nacidas antes de Internet le sobrevivirán", declara, porque el mundo digital es ahora primario y muchas estructuras heredadas se están desmoronando bajo la presión digital. Una línea llamativa: "Ahora no se trata solo de trabajo remoto, sino de vida remota." La pandemia demostró que la educación, el trabajo, el comercio e incluso la gobernanza pueden ocurrir en gran medida en línea, lo que significa que la geografía es menos determinante. Señala que para 2020, esencialmente todos los sectores (incluso aquellos como la medicina, el gobierno y la educación que se resistieron a la digitalización) se vieron obligados a pasar a la modalidad en línea debido al COVID. Esto aceleró la tendencia de que "todo el valor es digital" o al menos mediado digitalmente. Sin embargo, observa una paradoja: a pesar de la tecnología avanzada, la productividad en el mundo físico se ha estancado o incluso ha disminuido (por ejemplo, la construcción es más lenta, los proyectos de infraestructura están empantanados en burocracia). Enumera teorías para este "Gran Estancamiento":
- La Gran Distracción: Ahorramos tiempo con la tecnología en un área solo para desperdiciarlo en redes sociales y entretenimiento.
- La Gran Disipación: Las cargas regulatorias y de cumplimiento consumen todas las ganancias (mucho papeleo, trámites legales).
- El Gran Dilema: La cultura y la ley ahora requieren años de estudio y proceso antes de construir cualquier cosa (exceso de cautela), lo que ralentiza la innovación.
- La Gran Estupidez: Tenemos la tecnología, pero las instituciones toman decisiones tontas (por ejemplo, contrastar a China construyendo una estación de tren en 9 horas versus proyectos occidentales que tardan años).
- El Gran Retraso: Quizás las ganancias son reales pero simplemente tardan en materializarse por completo; una vez que automaticemos todo, la productividad dará un salto, pero estamos en una transición.
Esta discusión, aunque algo tangencial, refuerza por qué podrían ser necesarios nuevos enfoques de gobernanza: quizás los gobiernos actuales son los que causan la Gran Disipación y el Retraso con burocracia y reglas obsoletas. Un estado red que comience de nuevo podría optimizar la eficiencia y realmente hacer realidad la promesa de una productividad de alta tecnología al superar la inercia heredada. También subraya que la gente está frustrada: sienten el progreso tecnológico pero no lo ven en su vida cotidiana (vivienda asequible, transporte más rápido, etc.), lo que lleva a la desilusión política. Un estado red podría ser un campo de pruebas para hacer las cosas de manera diferente, por ejemplo, una ciudad chárter que construye infraestructura ultramoderna en una fracción del tiempo al eludir las viejas regulaciones, o una comunidad en la nube que coordina la I+D más rápido.
Después de analizar estos ejes, Srinivasan pasa a escenarios explícitos en las Secciones 4.5 y 4.6:
Anarquía Estadounidense, Control Chino, Intermedio Internacional (Sección 4.5): Pinta tres grandes escenarios:
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Anarquía Estadounidense: Estados Unidos, debido a la polarización extrema y el deterioro institucional, podría caer en un conflicto civil, esencialmente una segunda guerra civil. Enumera las razones: la polarización está en su punto máximo, se desconfía de la autoridad federal, las condiciones económicas están empeorando, las redes sociales amplifican la envidia y el odio, los estados (como los estados rojos vs. azules) desafían cada vez más los mandatos federales, etc. Un punto particularmente interesante: sugiere que una incautación de Bitcoin por parte de un gobierno estadounidense en bancarrota podría ser un detonante para el conflicto. Si EE. UU. intentara prohibir o confiscar criptomonedas (para apuntalar el dólar o por control), los ciudadanos alineados con las cripto podrían rebelarse literalmente, ya que muchos de ellos están profundamente comprometidos ideológicamente con la libertad financiera. En su encuadre, "el estado woke" (el establishment) y "los maximalistas de Bitcoin" están en curso de colisión si las cosas se ponen graves. Esto es especulativo, pero destaca cómo la red cripto (polo 3 del Capítulo 3) podría entrar en conflicto directo con el polo estadounidense en suelo estadounidense. Srinivasan claramente espera evitar este resultado violento (de ahí la construcción de estados red pacíficos de exclusión voluntaria), pero advierte que es posible.
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Control Chino: En China, imagina un resultado opuesto pero igualmente distópico: tecno-totalitarismo total. Quizás desencadenado por un intento de golpe o malestar interno, el PCCh reprime aún m ás, encerrando al país en una dictadura de alta vigilancia impulsada por IA que luego exporta su modelo al extranjero. Enumera señales: Xi Jinping ya purgó a rivales de todo el espectro (desde liberales en Hong Kong hasta funcionarios corruptos y multimillonarios tecnológicos, mostrando que el Partido no tolera ningún desafío). China ha estado desarrollando una pila de vigilancia integral (yuan digital obligatorio que puede ser congelado, códigos QR de salud que controlan el movimiento, kits de "ciudad inteligente" que incluyen cámaras y reconocimiento facial) y los ha probado durante los confinamientos por COVID. Si esta arquitectura se consolida y se "vende a otros estados", muchos gobiernos con inclinaciones autoritarias en todo el mundo podrían adoptar la tecnología y los métodos de vigilancia chinos (algunos ya lo están haciendo). El resultado es un planeta donde grandes regiones operan como franquicias del PCCh, una pesadilla para la libertad. Srinivasan señala un giro: la población china podría aceptar este resultado debido al creciente nacionalismo (confían más en su gobierno ahora que en el pasado), por lo que externamente da miedo pero internamente podría ser estable, al menos por un tiempo.
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Intermedio Internacional: Este es el escenario preferido de Srinivasan: surge una tercera agrupación compuesta por todos los que no quieren el escenario 1 o 2. Lo llama el "Centro Recentralizado" o simplemente "el II" (Intermedio Internacional). Esto incluiría a ciertas naciones (potencialmente India, partes de Europa, quizás algunas en América Latina o África), así como a millones de individuos a nivel mundial, y crucialmente los estados red y las sociedades startup que se están construyendo. Se alinean para mantener un orden diferente que valora la descentralización pero evita tanto el caos de la anarquía como la opresión de la dictadura. Se puede pensar en ello como un nuevo Movimiento de Países No Alineados, pero en lugar de ser pasivo, es proactivo en la construcción de un nuevo sistema. El concepto de estado red proporciona el plan para lo que construyen: nuevas comunidades con estado de derecho, derechos y sofisticación tecnológica, pero sin el bagaje de los sistemas de EE. UU. y China. Srinivasan enmarca esto no como una descentralización pura (que él equipara con una especie de anarquía), sino como una "recentralización" en torno a un centro mejor. En otras palabras, después de un período de fragmentación, los humanos seguirán buscando gobernanza y cohesión; el objetivo es que esos nuevos centros sean de adhesión voluntaria y estén impulsados por la red en lugar de definidos por fronteras del siglo XIX.
Condiciones de Victoria y Finales Sorpresa (Sección 4.6): A continuación, Srinivasan especula sobre cómo cada jugador principal podría "ganar" o cómo podrían formarse alianzas inesperadas:
- Una victoria del establishment estadounidense podría significar que el orden liberal occidental, incluso después de un conflicto interno, se reafirma y retiene el liderazgo global: "Occidente siempre ha ganado... no hay razón para que no lo haga de nuevo", señala con ironía. Esto supone que EE. UU. supera su anarquía interna y sus desafíos tecnológicos.
- Una victoria del PCCh significa que China se convierte en la superpotencia dominante y se vuelve hacia adentro, creando un imperio rico pero cerrado. Menciona el "comunismo de lujo", una idea de que la automatización avanzada podría permitir al PCCh proporcionar altos estándares de vida sin libertad política, haciendo su modelo atractivo o al menos sostenible. Los robots (dirigidos por IA) podrían reemplazar a los trabajadores, y el estado asignaría bienes abundantes, logrando prosperidad junto con un control total, una versión de ciencia ficción del comunismo donde la IA es el nuevo planificador central.
- Alianza sorpresa: Una posibilidad sorprendente que plantea es que "el PCCh y el establishment estadounidense trabajen juntos para detener a BTC." Esto sería como dos viejos rivales uniéndose contra una amenaza común (lo compara con la breve alineación de EE. UU. y la URSS para derrotar a Irak en la Guerra del Golfo). No es imposible: uno podría imaginar a Washington y Beijing viendo ambos a las criptomonedas sin estado como una amenaza y coordinando regulaciones globales draconianas o medidas técnicas para neutralizarlas. Si ambas grandes potencias acordaran cerrar los intercambios de cripto, atacar la minería, etc., la red cripto podría tener dificultades (aunque su naturaleza descentralizada está diseñada para resistir exactamente tales represiones). Este escenario subraya que los dos grandes Leviatanes podrían enterrar el hacha de guerra para aplastar al advenedizo tercero.
- Resultado sorpresa: "BTC acaba con las guerras humanas, pero no con las guerras de robots." Este giro imaginativo sugiere: si Bitcoin (abreviatura de cripto) se convierte en dinero global, los estados no pueden imprimir dinero para la guerra o confiscar fondos para financiar ejércitos, lo que podría reducir el conflicto humano (sin dinero, no hay guerra). Sin embargo, las naciones o grupos podrían entonces construir ejércitos de robots autónomos (que no requieren salarios ni logística tradicional) y seguir luchando, lo que significa que la guerra podría continuar en otra forma (drones, bots de IA luchando sin soldados humanos directos). Es una reflexión futurista sobre cómo la tecnología podría cambiar la naturaleza del conflicto.
Finalmente, en la Sección 4.7 "Hacia un Centro Recentralizado", Srinivasan concluye que la respuesta no es deleitarse en el caos o destruir todas las instituciones, sino construir mejores instituciones. "Nuestras instituciones están fallando. No necesitamos no tener instituciones, sino nuevas. Ese es el estado red.". Esta línea encapsula un tema recurrente: rechaza el nihilismo puro o el anarquismo; los humanos todavía necesitan gobernanza, comunidad y orden ("instituciones"). Pero en lugar de las viejas instituciones del estado-nación que están fallando (debido a la corrupción, el partidismo, la lentitud), deberíamos crear nuevas instituciones adecuadas para la era digital. El estado red se presenta precisamente como eso: una institución de gobernanza reimaginada, construida por iniciativa privada, que incorpora herramientas tecnológicas y se basa en un contrato social voluntario en torno a un principio moral. Es esencialmente su respuesta a todos los escenarios: no importa cómo vayan las cosas, tener estados red en la mezcla proporciona resiliencia. Si EE. UU. o China flaquean, los estados red pueden llevar adelante el progreso en focos. Si EE. UU. y China se vuelven tiránicos, los estados red ofrecen escape y experimentación. Si ambos permanecen fuertes, los estados red aún pueden innovar en los márgenes y potencialmente influir en la reforma.
En resumen, el Capítulo 4 une el presente y el futuro: toma las tensiones tripolares del Capítulo 3 y pregunta: "¿Qué sigue? ¿Cómo evitamos lo peor?". La respuesta de Srinivasan es el Centro Recentralizado de Estados Red, esencialmente una nueva superpotencia pacífica formada por muchas sociedades startup alineadas. Esto prepara el Capítulo 5, que profundiza en los detalles de la transición del sistema actual de estados-nación al sistema de estados red. La interacción es clara: los Capítulos 3 y 4 dieron el porqué macro (el mundo necesita una nueva solución en medio de la agitación), y ahora el Capítulo 5 dará el cómo a nivel estructural.
Capítulo 5: De Estados-Nación a Estados Red – Reemplazando el Viejo Sistema con el Nuevo
El capítulo final sintetiza las propuestas del libro y contrasta el viejo mundo de los estados-nación con el nuevo mundo de los estados red. Es tanto descriptivo —explicando qué son los estados-nación y por qué son como son— como prescriptivo —delineando cómo difieren los estados red y por qué pueden ser sus sucesores. Srinivasan formaliza efectivamente un marco conceptual para entender la soberanía en las dos eras (era industrial vs. era de la información). También recapitula el plan para crear realmente un estado red, conectando con el inicio rápido del Capítulo 1 pero ahora con el contexto filosófico y geopolítico completo establecido.
¿Por qué ahora? Srinivasan primero pregunta, ¿por qué es este el momento de intentar fundar nuevos países? Se remonta a las definiciones: ¿qué es un estado-nación? y ¿por qué la historia produjo el sistema de estados-nación que tenemos hoy?. Al diseccionar esto, identifica tanto las fortalezas como las limitaciones del estado-nación, que el estado red rediseñará.
Definición de Estado-Nación: Da una definición básica (citando a Britannica): "un estado-nación es una entidad política territorial, gobernada en nombre de una comunidad de ciudadanos que se identifican como una nación." En términos más simples, es un país en un mapa con un gobierno y un pueblo que (supuestamente) comparte una identidad o cultura común. Crucialmente, está ligado a la geografía. Srinivasan enfatiza que el sistema de estados-nación (el orden global de países) opera como un club con ciertas reglas. Enumera ocho reglas que definen el orden internacional moderno (estas se extraen de la descripción del autor Joshua Keating de las "reglas del club" de los países, que Srinivasan cita y parafrasea):
- (1) Las fronteras son mutuamente reconocidas. Cada país tiene un territorio definido, y otros países acuerdan respetar esos límites.
- (2) Un país debe tener un estado (gobierno) que afirme un monopolio de la fuerza dentro de sus fronteras, y una población residente (ciudadanos).
- (3) Cada punto de la tierra es reclamado por algún país. No queda terra incognita en la masa terrestre de la Tierra; no hay espacios en blanco; todo está dividido.
- (4) Toda persona es ciudadana de al menos un país. En teoría, la apatridia es una anomalía; todos pertenecen al sistema, no puedes optar por no tener una nacionalidad.
- (5) Todos los países son legalmente soberanos iguales en el papel. El pequeño Tuvalu y la enorme China tienen el mismo estatus bajo el derecho internacional (un país, un voto en la ONU, etc.), aunque en términos de poder difieran.
- (6) El consentimiento de los gobernados es preferido pero no requerido. Tanto las democracias como las dictaduras son reconocidas como estados. Un régimen no pierde su condición de estado solo por ser antidemocrático o fallar moralmente. Los abusos de los derechos humanos o la tiranía no te expulsan del "club" de las naciones (Corea del Norte sigue siendo un país, por ejemplo).
- (7) No se eliminan países por la fuerza (norma posterior a la Segunda Guerra Mundial). Los países pueden invadirse entre sí, pero la norma es que no se extingue por completo otro país reconocido por la ONU ni se anexa directamente. Las fronteras pueden moverse raramente, pero en general, incluso la guerra no destruye el estatus de una nación (por ejemplo, Kuwait fue ocupado por Irak pero siguió siendo reconocido como Kuwait). El "club" es muy reacio a aceptar la conquista directa o la secesión que redibuja los mapas.
- (8) No hay nuevos países (fijación de fronteras). Se espera que el conjunto actual de países y fronteras permanezca mayormente estático; se desalienta la secesión o la formación de un nuevo país. La comunidad internacional generalmente se opone a los movimientos separatistas (de ahí la rareza de nuevas naciones excepto a través de la descolonización o el acuerdo mutuo).
Estas reglas muestran la inercia del sistema de estados-nación. Srinivasan señala que son aplicadas por instituciones como la ONU y por las principales potencias (especialmente EE. UU., que respalda la "estasis cartográfica", el mapa congelado). El sistema asume un mundo "primero lo físico": la geografía es primordial, y la autoridad política se mapea a la tierra. Además, enumera suposiciones que hacemos debido a estas reglas:
- El mundo está completamente descubierto (no queda terra incognita por explorar o reclamar).
- No hay tierra no reclamada (terra nullius); incluso las rocas deshabitadas son propiedad de alguien.
- La tierra se divide de arriba hacia abajo por líneas en un mapa. Cada centímetro cuadrado tiene una jurisdicción gubernamental.
- Una persona, un estado: La gente generalmente tiene una nacionalidad; cambiarla es raro, y la ciudadanía generalmente se obtiene por nacimiento (jus sanguinis o jus soli).
- La legitimidad proviene del control y quizás de las elecciones: Un estado es legítimo si puede mantener el orden internamente (monopolio de la violencia) e idealmente está respaldado por el consentimiento de su pueblo y respeta los derechos (aunque en la práctica la fuerza bruta a menudo termina siendo reconocida también).
- Administración centralizada: Un estado-nación típicamente tiene un gobierno jerárquico (ejecutivo, legislatura, burocracia, tribunales) que crea y hace cumplir las leyes de manera uniforme sobre su territorio.
- Monopolio doméstico de la violencia: Solo la policía/ejército del estado puede usar la fuerza; la fuerza privada es suprimida.
- La soberanía internacional está respaldada por el poderío militar: En última instancia, la independencia de un estado está garantizada por la fuerza (la suya propia o la de un aliado). Srinivasan se ñala la "Pax Americana": el ejército de EE. UU. ha sido el ejecutor final del orden global después de la Segunda Guerra Mundial.
- El reconocimiento diplomático y los tratados rigen las interacciones: Ser reconocido por otros (tener embajadas, un asiento en la ONU) es crucial; sin reconocimiento, un aspirante a país tiene dificultades (sin comercio, sin garantías de seguridad).
Él destila seis partes esenciales del estado de esto: fronteras, población, gobierno central, soberanía internacional, reconocimiento diplomático y monopolio de la fuerza doméstica. Y un estado-nación específicamente tiene dos componentes: una nación (un "pueblo" cultural/étnico) y un estado (el aparato de gobierno). Cuando estos se alinean, se obtiene un estado-nación (por ejemplo, Japón, donde el pueblo japonés = el estado japonés). Observa que problemas como las micronaciones fracasaron porque intentaron declarar un estado (y territorio) sin tener primero una nación real (un pueblo). Por el contrario, los imperios (como Roma o el Imperio Austrohúngaro) fracasaron en parte porque eran un estado con muchas naciones, careciendo de unidad. La lección para los estados red es: debes construir la nación (comunidad) primero, luego el estado, exactamente lo que ha estado argumentando (primero la nube, al final la tierra).
Hasta este punto, el Capítulo 5 ha diagnosticado eficazmente por qué los países existentes son tan difíciles de cambiar: sus propias definiciones y normas internacionales bloquean el statu quo. Se desalienta la secesión (Regla 8), la reforma interna es lenta debido al bagaje histórico, y no hay tierra vacante para probar algo nuevo. Es por eso que, argumenta Srinivasan, tenemos que innovar en el ámbito digital, para encontrar una laguna o un camino alternativo hacia la condición de estado.
Sobre los Estados Red: Ahora contrasta sistemáticamente las suposiciones de un estado red con las anteriores:
- Primero lo digital: En lugar de primero el territorio, un estado red comienza en línea. La comunidad (nación) se forma en la nube en torno a una idea (Un Mandamiento) antes de adquirir cualquier tierra. El territorio es un objetivo final, no un punto de partida. Esto invierte la regla de "primero lo físico".
- Composición: Un estado red todavía necesita una nación y un estado, pero en este contexto, la nación es una red en línea (una comunidad digital de personas con valores compartidos) y el estado es una "red de gobernanza", esencialmente el liderazgo y la infraestructura de contratos inteligentes que administran la comunidad. Son redes entrelazadas en lugar de un pueblo atado a una tierra y una jerarquía burocrática.
- El regreso de la terra incognita: Aunque la tierra física de la Tierra está toda reclamada, el ámbito digital es como una nueva frontera: "territorio" ilimitado en términos de nuevos dominios en línea, mundos virtuales, y también la idea de que algunas comunidades de red podrían operar sigilosamente ("incógnito") hasta que sean lo suficientemente fuertes. Incluso sugiere que una red podría mantener algunos aspectos en secreto para protegerse (por ejemplo, miembros que son seudónimos por seguridad).
- El regreso de la terra nullius: Siempre hay nuevos nichos o "tierras" no reclamadas en el ciberespacio: nuevos nichos de valores o espacio social que ningún estado controla (por ejemplo, la propia red de Bitcoin fue como un nuevo territorio digital que surgió). Además, si es necesario, los estados red podrían encontrar puntos de apoyo físicos en lugares subutilizados (quizás seasteads, compras de tierras privadas o zonas especiales), creando efectivamente nueva "tierra" para comunidades que no existían en el mapa político.
- Migración voluntaria de abajo hacia arriba: En lugar de que se les asigne una ciudadanía por nacimiento y tengan que quedarse, la gente elegirá sus afiliaciones de red. La membresía en un estado red es voluntaria: te unes porque estás de acuerdo con su Un Mandamiento o misión. Del mismo modo, puedes salir si ya no te alineas o si la gobernanza te falla (habilitado por las cripto: tus activos e identidad son portátiles). Este es un cambio enorme: un estado red "invierte la dinámica de poder" porque los ciudadanos son clientes en cierto sentido; pueden irse, por lo que la gobernanza tiene que seguir siendo responsable y atractiva.
- Múltiples ciudadanías (N redes por ciudadano): En un mundo de estados red, una persona podría pertenecer a varias redes simultáneamente. Por ejemplo, uno podría ser parte de una comunidad Keto Kosher y una comuna de arte digital y aún mantener una ciudadanía nacional heredada. Esto rompe la exclusividad de los estados-nación (hoy en día se permite la doble ciudadanía en algunos casos, pero generalmente domina una identidad nacional principal). En los estados red, la identidad es modular: podrías dedicar, digamos, tus actividades de salud y ciencia a un estado red "post-FDA", y tu vida cultural a una red diferente, etc. Esta ciudadanía policéntrica es una idea novedosa.
- Legitimidad por consentimiento y valor, no solo por fuerza o nacimiento: La legitimidad de un estado red proviene de que la gente elija unirse (a menudo mudándose físicamente a sus centros o contribuyendo financieramente) y permanezca porque ofrece valor: "legitimidad por migración física y elección digital". Es una legitimidad impulsada por el mercado en lugar de histórica o coercitiva. Si un estado red deja de cumplir (digamos que se vuelve opresivo o falla en su misión), la gente puede retirar su consentimiento yéndose, una aplicación muy literal del consentimiento de los gobernados.
- Administración descentralizada: En lugar de un único gobierno centralizado que escribe leyes en papel, los estados red podrían gobernar a través de contratos inteligentes, DAOs (organizaciones autónomas descentralizadas) y votos on-chain. Srinivasan imagina que la gobernanza será más participativa y se aplicará algorítmicamente. Por ejemplo, las reglas podrían estar codificadas en la blockchain de la comunidad; las decisiones podrían tomarse mediante votación de los poseedores de tokens; muchas funciones podrían automatizarse. Esto no significa que no haya liderazgo (menciona que a menudo hay un fundador/líder reconocido), pero significa que el aparato de gobernanza es transparente y distribuido, no oculto en burocracias.
- "Monopolio doméstico del acceso raíz": Este es un juego de palabras con el concepto de "monopolio de la violencia". En un estado red, la fuerza coercitiva es mínima (ya que es voluntario), pero el "poder" que tiene el estado es el control sobre la infraestructura digital: los servidores, las claves criptográficas, las reglas de la plataforma. Srinivasan dice que la gobernanza de un estado red puede controlar casi todo dentro del dominio digital de la red (al igual que un administrador de sistemas tiene acceso raíz en un servidor). Sin embargo, si abusan de ese poder, los miembros pueden bifurcar el código o irse con sus claves privadas (sus activos/identidad), por lo que hay un control incorporado. En resumen, los estados red hacen cumplir el orden a través del código y la aplicación comunitaria, no con policía armada, y si el liderazgo se comporta mal, la gente se va en lugar de rebelarse.
- Soberanía internacional a través de la criptografía: Los estados tradicionales defienden la soberanía con ejércitos; un estado red se defiende con cifrado. Srinivasan argumenta que la criptografía fuerte (y la descentralización) hace que las funciones críticas del estado red sean inexpugnables para las potencias externas. Por ejemplo, si los activos de la comunidad están en Bitcoin, ninguna fuerza invasora puede confiscarlos sin las claves. Si las comunicaciones están cifradas, nadie puede espiar o censurar la coordinación de la comunidad. Por lo tanto, la criptografía actúa como un "escudo" para un estado sin estado. Él llama a esto "soberanía internacional a través de la criptografía", destacando que el cifrado puede hacer lo que hacen los ejércitos: proteger la autonomía.
- Reconocimiento diplomático digital: Srinivasan imagina que los estados red podrían reconocerse entre sí y permitir el movimiento fácil de personas/activos entre ellos a través de sistemas de blockchain interoperables. Por ejemplo, si dejas un estado red, te llevas tu propiedad y reputación digital on-chain a otro, similar a cómo los pasaportes y tratados permiten moverse entre países, pero en este caso se hace sin confianza a través de la blockchain. Las blockchains públicas en este escenario sirven como una especie de terreno neutral o derecho internacional: escribe, "las cadenas gestionan la cooperación y la restricción: las blockchains públicas son el equivalente al derecho internacional". Y el concepto de "Pax Bitcoinica" (un poco irónico) sugiere que Bitcoin o una criptomoneda global similar se convierte en un activo de reserva neutral que evita que cualquier red domine, asegurando la paz mutua (similar a cómo la "Pax Americana" se sustentó en el oro/dólar estadounidense en un momento, aquí una moneda descentralizada sustenta un orden pacífico).
Todas estas diferencias se pueden resumir en una frase que utiliza Srinivasan: "La red es la nación, la red es el territorio, la red es el estado." La gente de un estado red es literalmente una red social. Su tierra es dondequiera que opere esa red (incluida la tierra virtual en espacios de RV o metaverso en el futuro). Y su gobierno es el código y la propia comunidad de la red estableciendo reglas (la red como Leviatán). Llama a la Red "el Leviatán" para completar el arco Dios-Estado-Red: ahora la red proporciona seguridad y orden (a través del cifrado y el consenso) de la manera en que solían hacerlo Dios o el Estado.
Srinivasan aborda la pregunta de los mapas: "¿Cómo se ve un estado red en un mapa?" Como no es contiguo, aparecería como muchos puntos, un archipiélago de enclaves conectados por líneas punteadas (como mostraba esa ilustración anterior en el Capítulo 1). Físicamente disperso, pero digitalmente un cúmulo denso (imagina un gráfico de conexiones de red social: los miembros conectados principalmente entre sí, formando una subred dentro del gráfico social global). Señala ventajas: los estados digitales son de mayor dimensión: no están limitados a un solo lugar, pueden conectarse entre sí (quizás una persona puede pertenecer a dos, o dos estados red pueden compartir una capital virtual), pueden escalar más rápido (el software escala más rápido que la burocracia), y crear "nueva tierra" es fácil (levantar un nuevo servidor o financiar colectivamente una nueva casa) a diferencia de la tierra finita de la Tierra. Además, gran parte de un estado red es invisible para los extraños: no puedes señalarlo fácilmente en un globo; existe en focos y en la nube, lo que podría darle resiliencia. Contrasta la división física determinista (los estados-nación dividen el espacio) con la "división digital probabilística de personas en subredes", esencialmente personas auto-clasificándose en comunidades en línea de su elección. Esta línea captura el cambio de paradigma fundamental: en lugar de que la geografía divida la tierra, tenemos a internet dividiendo a las personas por afinidad.
Finalmente, Srinivasan reitera el camino para llegar allí (esencialmente revisitando el Inicio Rápido pero con términos refinados). Describe explícitamente la fundación de un estado red como algo similar a fundar una startup de mil millones de dólares (un unicornio): no declaras uno el primer día; comienzas con un proyecto y construyes hacia él. Incluye un extracto del libro que resume tres fases de desarrollo (que reflejan los siete pasos anteriores de forma condensada):
- Unión Red: una comunidad completamente digital (como los Pasos 1 y 2 anteriores) que organiza la acción colectiva en línea. El enfoque está en construir capacidad de coordinación: los miembros actúan juntos por causas comunes (este "músculo organizacional" se enfatiza como clave).
- Archipiélago Red: esa unión red comienza a adquirir propiedades físicas y a vincularlas (Pasos 3-5 anteriores). La interacción física (encuentros en persona, vivir juntos) es crucial para construir confianza, tal como enfatizó el Paso 3. En esta etapa, es parcialmente una comunidad digital y parcialmente un conjunto de comunidades reales, un proto-estado que aún carece de estatus legal pero tiene una presencia tangible.
- Estado Red: el archipiélago red logra el reconocimiento diplomático de al menos un estado existente (Paso 7). Este reconocimiento formal y soberanía es crucial para ser un verdadero estado (permite el autogobierno sin interferencias). Después de eso, puede expandir el reconocimiento y el poder gradualmente.
También señala que un estado red puede expandirse de múltiples maneras más allá de la población o la tierra: puede crecer demográficamente (más ciudadanos), geográficamente (más nodos), digitalmente (más influencia/servicios en línea), económicamente (mayor PIB), ideológicamente (ampliar su atractivo o profundizar sus convicciones) y tecnológicamente (mejorar su infraestructura tecnológica). Esto es casi como las métricas que un fundador de un estado red rastrearía, análogo al crecimiento de usuarios, crecimiento de características, etc., de una startup. Muestra la naturaleza multifacética de construir una sociedad.
Con el Capítulo 5, Srinivasan completa efectivamente el ciclo: comenzó con una afirmación audaz de que se puede fundar un nuevo país en la nube, lo justificó con razonamiento histórico y moral, analizó el colapso actual del viejo orden y ahora ha detallado el plan y la teoría para el nuevo orden. Los temas recurrentes principales se unen aquí: descentralización vs. centralización, tecnología vs. política, propósito moral y crecimiento al estilo startup. Al yuxtaponer las suposiciones del estado-nación y del estado red, destaca la innovación: los estados red tratan la geografía como secundaria, tratan a los ciudadanos como clientes/voluntarios, usan la tecnología como la columna vertebral de la gobernanza y logran legitimidad a través de la prueba de concepto (tracción) en lugar del linaje histórico.
Una de las propuestas clave implícitas en este capítulo es que los estados red podrían eventualmente formar un "Sistema de Estados Red" análogo al sistema de estados-nación de hoy. Una vez que se reconoce un estado red, muchos podrían seguir, y desarrollarían sus propias normas y alianzas (potencialmente incluso una especie de ONU de Estados Red). Esta es la idea del "centro recentralizado" enmarcada como una realidad geopolítica real: una multitud de nuevas micro-naciones (pero distribuidas globalmente) cooperando a través de la blockchain y el reconocimiento mutuo. Srinivasan insinúa que una vez que caiga la primera ficha del dominó (el primer estado red creíble), el modelo podría replicarse rápidamente, de manera muy similar a cómo una vez que Bitcoin demostró un concepto, surgieron miles de criptomonedas.
A lo largo del Capítulo 5, ejemplos ilustrativos y referencias respaldan sus puntos: por ejemplo, hace referencia a cómo Estonia y Singapur "se fusionaron con la red" (gobernanza electrónica) como ejemplos positivos, o la ley de Bitcoin de El Salvador como un estado que se integra con una red. Cita cómo el Israel temprano (diáspora anterior a 1948) era esencialmente una combinación de Dios+red, y una vez que se formó el estado, se convirtió en Dios+red+estado, lo que implica que los estados red podrían seguir una trayectoria similar desde la diáspora hasta la patria reconocida, menos el aspecto de la divinidad. Incluso compara la RV con la "tierra" futura: un estado red podría algún día tener su capital enteramente en realidad virtual, lo que, aunque especulativo, muestra el grado de ruptura con las restricciones físicas que él imagina.
Al final del libro, el lector se queda con una visión integral: El Estado Red es una propuesta para repensar la construcción de naciones para el siglo XXI utilizando las herramientas de internet, la blockchain y la metodología de las startups. Los capítulos de Srinivasan se entrelazan como piezas de un argumento:
- El Capítulo 1 dio el discurso de ascensor y el plan: puedes fundar un país como una startup.
- El Capítulo 2 dio la justificación moral e histórica: los estados actuales están fallando moralmente y la tecnología permite nuevos experimentos sociales; necesitamos una misión moral (Un Mandamiento) para unir a la gente.
- El Capítulo 3 proporcionó un diagnóstico del presente: el poder se está desplazando hacia las redes (redes de medios, redes de partidos, redes cripto) y el mundo es inestable, abriendo espacio para alternativas.
- El Capítulo 4 ofreció posibilidades futuras: las cosas podrían empeorar mucho (guerra civil, totalitarismo digital) si no creamos un nuevo "centro", y los estados red pueden ser ese camino intermedio pacífico al innovar una mejor gobernanza.
- El Capítulo 5 entregó el plan estructural y el contraste: detalló cómo exactamente un estado red difiere de un estado-nación y cómo podríamos transitar de un modelo a otro paso a paso.
Temas Recurrentes e Interconexiones
Varios temas recurrentes se entrelazan a lo largo de los capítulos, creando una narrativa coherente:
- Descentralización vs. Centralización: Desde los ciclos históricos (la Tesis de la Frontera y "El Futuro es Nuestro Pasado" en el Capítulo 2, que argumentaba que la tecnología impulsó la centralización y luego impulsará la descentralización nuevamente) hasta la descripción del efecto de internet en el Capítulo 4 (aumentando la varianza y rompiendo las instituciones centralizadas), Srinivasan vuelve a la idea de que el poder se está descentralizando en nuestro tiempo. Sin embargo, no aboga por el caos; en cambio, prevé una recentralización en torno a nuevas unidades (estados red). El equilibrio entre descentralización y orden es clave: por ejemplo, la conclusión del Capítulo 2 de que la verdad tecnológica (datos descentralizados) debe equilibrarse con la narrativa social (autoridad central), o el llamado del Capítulo 4 a un "centro recentralizado" después de la fragmentación. Este tema subraya por qué se proponen los estados red: aprovechan la tecnología descentralizada (blockchains, comunidades de internet) pero los empaquetan en nuevas sociedades cohesivas, una síntesis de innovación descentralizada con un propósito centralizado.
- La Tecnología como Determinante de la Soberanía: Srinivasan destaca constantemente cómo la tecnología (especialmente la criptografía e internet) cambia la dinámica del poder. En el Capítulo 2, el cifrado y la blockchain se mostraron como nuevos garantes de la verdad y la propiedad, erosionando el monopolio de la información del estado. En el Capítulo 3, los propios contendientes por el poder incluían una red tecnológica (Bitcoin) junto a los estados-nación. Para el Capítulo 5, la criptografía es explícitamente el medio por el cual los estados red logran la "soberanía internacional" y la defensa. El hilo conductor es que el código está reemplazando a la violencia como el último respaldo del poder en muchos dominios. Por eso Srinivasan cree que una pequeña comunidad en línea puede eventualmente desafiar a los estados-nación: porque la tecnología da a los individuos y a las redes una influencia que antes solo tenían los ejércitos y las burocracias. Ejemplos ilustrativos: Musk usando registros de datos para desmentir una historia de los medios (la verdad tecnológica triunfando sobre la narrativa), o Bitcoin sobreviviendo a las prohibiciones de los estados-nación debido a su diseño descentralizado.
- Propósito Moral y "Un Mandamiento": Un fuerte imperativo moral aparece en cada capítulo. El Capítulo 1 lo tocó al decir que los estados red aspiran a "construir el mejor tipo de sociedad posible". El Capítulo 2 profundizó en los fracasos morales de los estados y la necesidad de una Estrella Polar moral para las nuevas comunidades (Un Mandamiento). En el Capítulo 3, incluso las facciones están impulsadas por visiones cuasi-morales (justicia woke, armonía nacionalista, auto-soberanía libertaria). Para el Capítulo 5, al enumerar los componentes del estado red, "una innovación moral" es la primera entre las razones para que la red exista. Esto subraya la creencia de Srinivasan de que las sociedades exitosas no se construyen solo con tecnología; necesitan una creencia compartida que una a las personas. Ejemplos recurrentes como las sociedades Keto Kosher o a Prueba de Cancelación en el Capítulo 2 resurgen en la noción del Capítulo 5 de que la gente se une por valores, no solo por dinero. La interconexión es clara: la causa identificada en el Capítulo 2 se convierte en el punto de venta de la sociedad startup en el Capítulo 1 y en el núcleo de su identidad en el Capítulo 5.
- Salida vs. Voz: Srinivasan alude frecuentemente a la idea de que la "salida" (abandonar un sistema para crear uno nuevo) es cada vez más viable, mientras que la "voz" (intentar cambiar el sistema desde dentro) es a menudo inútil. Todo el libro se basa en salir del sistema de estados-nación para construir de nuevo. Por ejemplo, el escenario de polarización de EE. UU. del Capítulo 3 implica que en lugar de librar una guerra civil (voz a través del conflicto), uno podría salir y formar una comunidad en otro lugar (física o en línea). La coalición intermedia del Capítulo 4 es esencialmente una salida de las visiones de ambas superpotencias. Y el Capítulo 5 proporciona el mecanismo de salida: múltiples ciudadanías, migración voluntaria, etc., haciendo la salida más fácil que antes. Una referencia ilustrativa recurrente es la tesis del Individuo Soberano (la tecnología descentralizadora empodera a los individuos para escapar del control estatal) que cita explícitamente en el Capítulo 2. Otra es la mención de que Bitcoin proporciona una "salida" para la riqueza (Pax Bitcoinica: la gente puede almacenar valor fuera del alcance de cualquier estado). Todo esto subraya el tema de que la competencia entre gobiernos (a través de la salida de los ciudadanos) conduce a una mejor gobernanza, que es una razón fundamental para los estados red.
- Mentalidad de Startup en la Gobernanza: Srinivasan utiliza consistentemente metáforas del emprendimiento. El Capítulo 1 enmarca explícitamente un estado red como una sociedad startup y compara fundar uno con fundar una empresa. El Capítulo 2 compara a los revolucionarios políticos y tecnológicos, sugiriendo que "los fundadores de startups y los activistas políticos no son tan diferentes". En el Capítulo 4, enumera la innovación y la construcción como la respuesta a los problemas políticos ("¿Cómo los unes? Innovando: construye algo mejor."). Y el Capítulo 5 dice directamente que "fundar un estado red es como fundar un unicornio". Este tema de aplicar los principios de Silicon Valley a la construcción de naciones (moverse rápido, iterar, centrarse en métricas de crecimiento, ajuste producto-mercado para la gobernanza) conecta el cómo práctico con el porqué ideológico. Incluso la forma en que el propio libro está estructurado —identificar un problema (necesidad del mercado), proponer una solución (producto), analizar la competencia (EE. UU., China, etc.) y luego detallar las características de la solución— refleja una presentación de startup. La experiencia de Srinivasan como emprendedor tecnológico se filtra en cada argumento, implicando que la gobernanza debería estar sujeta al emprendimiento y la competencia al igual que lo han estado las industrias.
- Interacción entre Narrativa y Realidad: Muestra repetidamente que controlar la narrativa (creencia) y controlar la realidad física (fuerza/tecnología) son dos caras de la misma moneda. La discusión del Capítulo 2 sobre el Determinismo Político vs. el Determinismo Tecnológico y la necesidad de una síntesis es un ejemplo. La descripción del Capítulo 3 de NYT vs. PCCh vs. BTC es esencialmente poder narrativo vs. poder físico vs. poder algorítmico, cada uno controlando al otro. Para el Capítulo 5, la idea de que los estados red necesitan tanto un "sentido de conciencia nacional" (identidad narrativa) como una "criptomoneda integrada" (herramienta material-económica) muestra que él sabe que un nuevo estado exitoso requiere ganar corazones y mentes (y billeteras). El ejemplo recurrente del New York Times como "red moral" vs. los registros de Tesla o la blockchain como verdad se utiliza para ilustrar esa dinámica en términos concretos. Srinivasan argumenta esencialmente a lo largo de todo el libro que las redes pueden proporcionar una narrativa alternativa (por ejemplo, nuevas ideologías, culturas en línea) y una realidad alternativa (a través de plataformas tecnológicas y mundos virtuales), permitiéndoles convertirse en sociedades de pleno derecho.
En conclusión, El Estado Red es tanto un diagnóstico como un manifiesto. Srinivasan entrelaza historia, tecnología y política para argumentar que el estado-nación tal como lo conocemos ha llegado a un punto de inflexión. Cada capítulo se basa en el anterior: desde establecer el concepto y el plan rápido, hasta justificarlo con la trayectoria histórica y la necesidad moral, analizar el colapso actual del viejo orden, imaginar resultados futuros y, finalmente, presentar el estado red como un plan concreto para un nuevo orden. Los argumentos principales del libro —que las comunidades en la nube pueden evolucionar hacia países, que la tecnología (blockchain e internet) lo permite, y que una misión moral es esencial— se refuerzan con marcos como los siete pasos, el mundo tripolar, los Leviatanes y la comparación entre estado-nación y estado red. Sus propuestas clave incluyen seguir la construcción de naciones "primero la nube, al final la tierra", crear nuevas jurisdicciones centradas en valores específicos (sociedades de Un Mandamiento) y usar herramientas como el censo on-chain y las cripto-economías para establecer credibilidad. Los ejemplos ilustrativos —desde históricos (diásporas religiosas, la frontera estadounidense, el colapso soviético) hasta contemporáneos (Bitcoin, e-residency de Estonia, CityDAO, cultura de la cancelación, confinamientos por COVID)— sirven para anclar estas ideas en la realidad y mostrar paralelos con el concepto de estado red.
Independientemente de si uno está de acuerdo en que los estados red tendrán éxito, el libro de Srinivasan proporciona un marco integral para reimaginar la soberanía en la era digital. Desafía al lector a imaginar un mapa del mundo no de bloques de colores, sino de comunidades digitales superpuestas, una "red social de naciones" construida desde internet hacia arriba. Los capítulos, tomados en conjunto, argumentan que esto no es utópico, sino un siguiente paso lógico en la evolución política, impulsado por las mismas fuerzas que crearon cambios anteriores (tecnología, migración y la eterna búsqueda humana de significado y mejora). En una época de incertidumbre global, El Estado Red ofrece una hoja de ruta audaz para fundar las entidades políticas del futuro, una comunidad en línea a la vez.
Fuentes:
- Srinivasan, Balaji S. The Network State: How To Start a New Country. 1729.com/thenetworkstate (edición en línea).
- Aure’s Notes – Resumen de El Estado Red (sinopsis extensa capítulo por capítulo con citas).
- Bookey App – Resumen de El Estado Red (resúmenes de capítulos centrados en conceptos clave).
- Frawley, Andrew. “Balaji’s Network State: Reviewing Its Goodness and Feasibility.” Medium, 2022 (discusión crítica del marco del estado red).
- Tim Ferriss Show #606 – Entrevista con Balaji Srinivasan (2022) (menciona que el libro está disponible gratis en línea y discute las ideas centrales).
- Mirror.xyz – “Why CityDAO might Become the First Network City” (2022) (aplica el marco de 7 pasos de Srinivasan a un proyecto real).
- New Atlantis – “Virtual Reality Reboots History” (2023) (contextualiza las ideas de Srinivasan en debates más amplios sobre liberalismo y tecnología).